La cubierta plana es uno de los símbolos del movimiento moderno y, desde su establecimiento en los años cuarenta, fue empecinadamente usada por arquitectos como Le Corbusier o Mies van de Rohe, incluso cuando las soluciones técnicas no eran tan satisfactorias como ahora e incluso por encima de las quejas de los usuarios. Hoy en día, las mejoras técnicas en cuanto a impermeabilizaciones y aislamientos térmicos, han conseguido que la cubierta plana cumpla satisfactoriamente no solo al arquitecto, sino también al cliente;
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Villa Savoye. Poissy. Le Corbusier. 1928-1931. |
Estéticamente, al desaparecer los planos inclinados, el uso de la cornisa, ese punto donde se recojen las aguas pluviales justo en el encuentro del cerramiento con la cubierta, no tiene significado, por lo tanto se puede prescindir de él, y ahora el remate de la fachada se limita a la prolongación de la fachada. Así la imagen resultante queda "aligerada", se elimina esa "carga" superior y los huecos adquieren mayor libertad en la composición.
Funcionalmente, el hecho de tener una cubierta plana, permite que sobre ésta puedan suceder todo tipo de sucesos, desde la ubicación de la terraza-jardín de Le Corbusier hasta la pista de pruebas de la Fiat en el edificio Lingotto, pasando por las piscinas de Richard Neutra. Hoy por supuesto, la aparición de maquinaria de climatización, acumuladores de agua caliente sanitaria para el uso de placas solares y un largo etc hacen la cubierta plana imprescindible.
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Pista de pruebas en edificio Lingotto. Turín. Giacomo Matté-Trucco. 1916-1923. |
Por supuesto, e independientemente de todo lo expuesto, la cubierta plana no es la solución constructiva única y absoluta, y su elección siempre quedará supeditada a razones de más peso, como pueda ser el gusto o el entorno.
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